Ofició su última misa de
Miércoles de Ceniza como Papa
Agencias
Cinco mil personas despidieron
con aplausos y lágrimas al Papa Benedicto XVI, quien ayer ofició su última misa
de Miércoles de Ceniza en el cargo.
Los aplausos duraron más
de tres minutos y el mismo Papa interrumpió con un “gracias”. Para entonces,
algunos cardenales, obispos y hasta su secretario particular Georg Gaensewein
se emocionaron y los ojos se les llenaron de lágrimas.
Después, el secretario de
Estado de El Vaticano, Tarcisio Bertone, dio un mensaje en el que manifestó "sentimientos
de gran conmoción" y de "profundo respeto" tras la renuncia del
Papa.
"No seríamos sinceros
si no le dijéramos que esta noche hay un velo de tristeza en nuestro corazón.
En estos años, su magisterio ha sido una ventana abierta sobre la Iglesia y sobre el mundo,
que ha hecho filtrar los rayos de la verdad y el amor de Dios.
"Todos nosotros hemos
comprendido que es justamente el amor profundo que vuestra santidad tiene por
Dios y por la Iglesia,
lo que le ha empujado a este acto, revelando pureza de ánimo, fe robusta y
exigente", expresó.
Destacó la humildad, la
sencillez y la gran valentía como las cualidades propias del ministerio de
Benedicto XVI, que sólo pueden darse cuando se tiene contacto estrecho con
Dios.
Bertone comentó: "Queremos
decirle desde lo más íntimo de nuestro corazón, con gran afecto, conmoción y
admiración: gracias por habernos dado el luminoso ejemplo de simple y humilde trabajador
de la viña del señor.
"Un trabajador que ha
sabido en todo momento realizar aquello que es más importante: llevar a Dios a
los hombres y a los hombres a Dios", concluyó.
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