Con la liberación de Florence Cassez por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, queda el mal sabor de boca de que una criminal quedó en libertad
Antonio Navarrete
La serie de corrupciones del
sistema judicial de México ha mermado la credibilidad de los ciudadanos en
estas, pues es bien sabido por nosotros, los mismos mexicanos, y los
extranjeros, que éste es inservible, está corrompido y, en muchos casos, la
justicia está a favor del mejor postor.
Un sistema de procuración
de justicia (léase Procuraduría General de la República o Procuraduría
de Justicia del Estado) que fabrica culpables, que logra confesiones por medio
de la tortura (una práctica recurrente), que en lugar de integrar los
expedientes debidamente, utiliza “machotes” en las declaraciones, que hace
firmar a los detenidos confesiones que ni siquiera leyeron, que da credibilidad
a supuestos testigos protegidos, cuyos testimonios terminan cayéndose, acrecentan
la desconfianza de la ciudadanía en los órganos encargados de coadyuvar en la
impartición de justicia.
Por otro lado, la
credibilidad en el Poder Judicial, sea federal o estatal, está muy deteriorada,
pues en muchas ocasiones los jueces interpretan las leyes, en lugar de
aplicarlas, por eso es que en casos similares, las sentencias son diferentes.
La desconfianza en los juzgadores también se basa en la poca transparencia del
sistema de impartición de justicia, pues sólo ellos saben qué pasa en
intramuros y nunca ha existido un organismo que los fiscalice. Ellos deciden
sobre la culpabilidad o inocencia de una persona, sobre el destino de herencias
millonarias, sobre inversiones entre empresas y empresarios, y una larga lista
de etcéteras.
Si bien es cierto que el
proceso contra Florence Cassez estuvo lleno de irregularidades desde un inicio,
existe una resolución de un juez donde la encuentra culpable, la cual no fue
tomada en cuenta por los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y mucho menos
discutida, por lo cual, queda el mal sabor de boca de que una criminal fue
liberada. La decisión de otorgarle el “amparo liso y llano” deterioró aún más
la ya de por sí manchada imagen de la SCJN.
Tal vez, una mejor opción hubiera sido reponer el proceso o derivarlo a un juzgado menor para que se dictara una nueva sentencia.
La gran duda que queda es
precisamente si Flonrence Cassez es o no culpable, si participó o no en los
secuestros realizados por la banda Los Zodiaco, participó o no en alguno de
los homicidios o en las mutilaciones de las víctimas. Son preguntas que nunca
serán respondidas.
Por otra parte, dónde
quedan los derechos de las víctimas, los derechos de aquellas personas que
vivieron en carne propia la violencia de Los Zodiaco, los que vivieron momentos de angustia al estar privado de la
libertad, con el temor de que si llegará vivo o no al siguiente día, si la
familia logrará entregar el dinero exigido por los criminales. Dónde queda el
dolor de los familiares de cada una de las personas que fueron asesinadas por
el grupo de delincuentes, del cual la francesa formaba parte.
Otro ejemplo más de la
mala imagen que guardan las instituciones en México es precisamente la
resolución del Instituto Federal Electoral sobre el Caso Monex, en el cual
exoneró al Partido Revolucionario Institucional sobre el reparto de 70 millones
de pesos por medio de más de 9 mil tarjetas prepagadas de Monex. Los consejeros
del IFE señalaron que, aunque el PRI contrató empresas fantasmas, no incurrió
en violaciones a las reglas de financiamiento. Sin embargo, ese reparto de
dinero ayudó a Enrique Peña Nieto a llegar a la Presidencia de México.
En este sentido, tal vez
Ezequiel Elizalde, víctima de la banda Los Zodiaco, tenga razón al asegurar: “Soy
mexicano, pero es una porquería de país, y no me importa lo que diga México de
mí, porque se está viendo claramente que somos una porquería como país. En los
Estados Unidos, una persona que secuestra se gana la pena de muerte. Yo me voy
de aquí, no quiero saber nada, absolutamente nada de esta legislación, de esta supuestamente Corte que procura a las
víctimas, porque es una porquería. Y que quede bien textual, que quede bien
textual en todas las páginas donde quieran: es una porquería de instituciones,
es una porquería de Corte, de ministros”.
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