jueves, 24 de enero de 2013

La gran duda en el #CasoCassez



Con la liberación de Florence Cassez por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, queda el mal sabor de boca de que una criminal quedó en libertad



Antonio Navarrete



La serie de corrupciones del sistema judicial de México ha mermado la credibilidad de los ciudadanos en estas, pues es bien sabido por nosotros, los mismos mexicanos, y los extranjeros, que éste es inservible, está corrompido y, en muchos casos, la justicia está a favor del mejor postor.

Un sistema de procuración de justicia (léase Procuraduría General de la República o Procuraduría de Justicia del Estado) que fabrica culpables, que logra confesiones por medio de la tortura (una práctica recurrente), que en lugar de integrar los expedientes debidamente, utiliza “machotes” en las declaraciones, que hace firmar a los detenidos confesiones que ni siquiera leyeron, que da credibilidad a supuestos testigos protegidos, cuyos testimonios terminan cayéndose, acrecentan la desconfianza de la ciudadanía en los órganos encargados de coadyuvar en la impartición de justicia.

Por otro lado, la credibilidad en el Poder Judicial, sea federal o estatal, está muy deteriorada, pues en muchas ocasiones los jueces interpretan las leyes, en lugar de aplicarlas, por eso es que en casos similares, las sentencias son diferentes. La desconfianza en los juzgadores también se basa en la poca transparencia del sistema de impartición de justicia, pues sólo ellos saben qué pasa en intramuros y nunca ha existido un organismo que los fiscalice. Ellos deciden sobre la culpabilidad o inocencia de una persona, sobre el destino de herencias millonarias, sobre inversiones entre empresas y empresarios, y una larga lista de etcéteras.

Si bien es cierto que el proceso contra Florence Cassez estuvo lleno de irregularidades desde un inicio, existe una resolución de un juez donde la encuentra culpable, la cual no fue tomada en cuenta por los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y mucho menos discutida, por lo cual, queda el mal sabor de boca de que una criminal fue liberada. La decisión de otorgarle el “amparo liso y llano” deterioró aún más la ya de por sí manchada imagen de la SCJN. Tal vez, una mejor opción hubiera sido reponer el proceso o derivarlo a un juzgado menor para que se dictara una nueva sentencia.

La gran duda que queda es precisamente si Flonrence Cassez es o no culpable, si participó o no en los secuestros realizados por la banda Los Zodiaco, participó o no en alguno de los homicidios o en las mutilaciones de las víctimas. Son preguntas que nunca serán respondidas.

Por otra parte, dónde quedan los derechos de las víctimas, los derechos de aquellas personas que vivieron en carne propia la violencia de Los Zodiaco, los que vivieron momentos de angustia al estar privado de la libertad, con el temor de que si llegará vivo o no al siguiente día, si la familia logrará entregar el dinero exigido por los criminales. Dónde queda el dolor de los familiares de cada una de las personas que fueron asesinadas por el grupo de delincuentes, del cual la francesa formaba parte.


Otro ejemplo más de la mala imagen que guardan las instituciones en México es precisamente la resolución del Instituto Federal Electoral sobre el Caso Monex, en el cual exoneró al Partido Revolucionario Institucional sobre el reparto de 70 millones de pesos por medio de más de 9 mil tarjetas prepagadas de Monex. Los consejeros del IFE señalaron que, aunque el PRI contrató empresas fantasmas, no incurrió en violaciones a las reglas de financiamiento. Sin embargo, ese reparto de dinero ayudó a Enrique Peña Nieto a llegar a la Presidencia de México.

En este sentido, tal vez Ezequiel Elizalde, víctima de la banda Los Zodiaco, tenga razón al asegurar: “Soy mexicano, pero es una porquería de país, y no me importa lo que diga México de mí, porque se está viendo claramente que somos una porquería como país. En los Estados Unidos, una persona que secuestra se gana la pena de muerte. Yo me voy de aquí, no quiero saber nada, absolutamente nada de esta legislación, de esta  supuestamente Corte que procura a las víctimas, porque es una porquería. Y que quede bien textual, que quede bien textual en todas las páginas donde quieran: es una porquería de instituciones, es una porquería de Corte, de ministros”.

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